El cine y las series han hecho mucho por la industria creativa… excepto mostrar cómo es de verdad. Esto es como “Lo que pides” y “Lo que te llega.
Según Hollywood, los creativos somos una mezcla entre Don Draper, Picasso y Tony Stark. En la vida real, somos más bien una mezcla entre café, ojeras y deadlines imposibles.
Pero vamos por partes.
Lo que las películas dicen sobre los creativos:
- La chispa mágica de la idea
En las pelis, la gran idea llega siempre en un momento cinematográfico: la protagonista mira un atardecer, sonríe y exclama “¡ lo tengo!”.
La música sube, todos aplauden, y acto seguido la marca salva el trimestre con un anuncio épico. - Las oficinas de ensueño
Las agencias de ficción parecen decoradas por Pinterest: sofás de terciopelo, pizarras infinitas llenas de doodles geniales, y un ambiente de brainstorming donde nadie discute porque todos son cool (todos van con trajes de marca maravillosos e impecables y tacones imposibles de sobrevivir ni un hora) - El jefe visionario
Siempre hay un director creativo que parece un rockstar: gafas de sol dentro de la oficina, frases lapidarias y cero ansiedad. Básicamente, un semidiós de las ideas. - Las campañas instantáneas
En la pantalla, la campaña se idea, produce y lanza en… 24 horas. Con resultados inmediatos: trending topic mundial, millones en ventas y clientes llorando de felicidad. - La vida bohemia y glamorosa
Los creativos siempre están en fiestas exclusivas, con copas en la mano y rodeados de gente cool. El trabajo parece más un hobby remunerado que un empleo real.
La (dolorosa y divertida) realidad
Ahora, bajemos a la Tierra. Así se ven esas escenas si cambias el filtro de Hollywood por el de una agencia real como Amor de Madre:
- La chispa mágica de la idea
Sí, a veces llega un momento eureka. Pero más veces llega un momento “ la idea no surge. Estamos atascados y hay que entregar” . Y un brain y otro – y pedimos pizza como si fuera la pócima mágica y nada- y seguimos. Y es que la gente piensa que las ideas están almacenadas y solo necesitan meterse en una cesta. Y no. Las ideas creativas, si son buenas, llevan su proceso - Las oficinas de ensueño
Spoiler: las pizarras existen, pero la mitad están llenas de tareas pendientes y la otra mitad de garabatos que nadie entiende.
Tambien tenemos sofás y puf donde la gente del equipo de echa una minisiesta después de comer y una cafetera que hace más por el equipo que cualquier consultora estratégica. - El jefe visionario
El director creativo, lejos de ser un rockstar, suele ser un equilibrista profesional: entre los plazos imposibles, las llamadas de clientes y las 245 notificaciones de Slack. Visionario sí, pero de saber cuántas horas puede aguantar un ser humano sin dormir. - Las campañas instantáneas
La realidad es un loop infinito de:
- “Nos encanta, pero…”
- “¿Podéis hacerlo más azul, pero no tan azul?”
- “Hemos preguntado a mi primo y cree que falta un emoji”.
Al final la campaña sale, sí. Pero después de 48 rondas de cambios, tres crisis existenciales y un presupuesto que se estiró como chicle.
- La vida bohemia y glamorosa
Las fiestas exclusivas se sustituyen por cenas tardías de pizza en la oficina. El cóctel es una mezcla de café frío con lágrimas de satisfacción cuando finalmente el cliente dice: “Perfecto, lo aprobamos”.
Si tuviéramos que describir nuestra vida real con géneros cinematográficos, sería algo así:
- Comedia absurda: cuando alguien confunde “branding” con “hacer un logo bonito en Canva”.
- Thriller psicológico: cada vez que el deadline está a 24 horas y el archivo peta.
- Drama existencial: cuando presentas cinco propuestas brillantes y el cliente elige la que hiciste en cinco minutos “por si acaso”.
- Ciencia ficción: pensar que algún día un cliente aprobará la primera propuesta sin cambios.
- Película de acción: el momento exacto en el que la idea llega… 10 minutos antes de la reunión de presentación.
Lo que sí es verdad es que aunque no tengamos música épica en cada brainstorming, hay algo que las películas no exageran: la magia de crear.
Porque, entre el caos, las prisas y los mil cambios, sucede algo increíble:
- Una frase conecta con miles de personas.
- Una imagen se vuelve viral.
- Una campaña logra que una marca deje de ser invisible y empiece a brillar.
Y esa sensación, aunque no salga en Netflix, es lo que nos hace levantarnos cada día con ganas de volver a intentarlo.
La vida de los creativos no es como en las películas. Es mucho más divertida, caótica, estresante… y real.
En Amor de Madre sabemos que detrás de cada meme, cada campaña y cada post que parece effortless, hay horas de café, risas, debates, frustraciones y, sobre todo, mucha pasión por las ideas.Así que la próxima vez que alguien te diga que trabajar en creatividad es como Mad Men o Emily in Paris, invítalo a pasar un día con nosotros. Seguro que se ríe más… y quizá se enamore de este oficio tanto como nosotros.